miércoles, 31 de octubre de 2012

GRADERÍO (Saiz de Marco)

Pensó que en aquel campo de fútbol cabían 100.000 espectadores: 100.000 personas sentadas en la grada, como él, contemplando el encuentro. Y entonces cayó en la cuenta de que cada una de ellas había nacido en un sitio, había tenido una infancia, una juventud, una madurez vivida o por vivir. Cada una de ellas tenía sus propios afectos, sus temores, sus esperanzas, sus pérdidas, sus decepciones, sus sueños…

100.000 trayectorias, 100.000 biografías, 100.000 tramas, 100.000 relatos inéditos (con sus giros imprevistos, su emoción, su suspense…) allí, delante de él. ¡Sería tan fantástico oír a cada uno contar su argumento!; oírles por ejemplo narrar su primer recuerdo, su vivencia más intensa (lo que más les hizo reír, lo que más les dolió…), o los actos propios que arrancarían de sus vidas. “Eso sí que sería un espectáculo”, pensó.

Y debió pensarlo mucho tiempo, debió de imaginar durante muchos minutos las vidas de toda esa gente, porque de pronto el árbitro pitó el final del partido (empate a uno, aunque ¿qué importa eso?).

Las puertas del estadio se abrieron y todos los asistentes, o sea los 100.000 protagonistas de esas 100.000 novelas, se levantaron para irse.

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