jueves, 11 de octubre de 2012

LA VIOLETILLA (Juan Ramón Jiménez)

Nos trajeron de regalo un palomo blanco, “para que nos lo comiéramos”. ¿Quién, después de verlo y acariciarlo, se lo comía? Se lo dimos a los dos niños del jardinero para que lo criaran.

-¿Qué haréis con él? 

María, la mayorcita, La violetilla como le decíamos, grisucha y graciosa, con sus ojos verdes, su pelo pardo con aceite, y sus dientes amarillos, saltó al momento: 

-¡Cuidarlo, zeñorito! 

Pero el padre mató al palomo aquella misma tarde y se lo comió la familia, digo, él y el niño, Faneguillas, que tenía todo su mimo. La madre y la niña se contentaron con olerlo, agradables a la fuerza. 

Al día siguiente, cuando entré, estaban los niños sentados en el umbral jugando a los alfileritos.

-¿Y el palomo? –les pregunté ansioso. 

El niño se puso de pie, y sacando la barriga, se dio una palmada en ella: 

-¡Aquí, gualdado! 

Y La violetilla María, sonriendo triste, copiaba a su hermano: 

-¡Aquí guardado, zeñorito!

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