lunes, 22 de octubre de 2012

UNA SEÑAL DE ALARMA (Saiz de Marco)


Al cumplir tres años había que escolarizar a Paula, por lo que ella dijo:



-Paula irá al colegio al que fui yo.



Y él:



-De ninguna manera. No quiero que le imbuyan religión desde la infancia. Irá a otro colegio donde no hagan eso.



-¿Ah, sí? Pues a mí no me fue nada mal en ese colegio.



-Ahora no hablamos de ti. Es una cuestión de principios: no se puede inculcar fe religiosa como se enseña el teorema de Pitágoras. Quiero que respeten a mi hija.



-No sólo es tu hija.



-Está bien: nuestra hija. Quiero que en materia de creencias pueda elegir por sí misma.



-O sea, que ya has decidido por mí.



-Eso mismo podría decir yo.



-Pues habrá que ir al juzgado. Según el código civil, si los padres no se ponen de acuerdo decide el juez.



Ambos se miraron fijamente y callaron. Desde que estaban juntos era la primera vez que invocaban un precepto legal. Sintieron miedo porque sabían que si una norma jurídica irrumpía en su convivencia, significaría que habían dejado de amarse.


1 comentario:

  1. Todo artista tiene su cuota de originalidad, de magia personal o de genio creativo. Es siempre una cuota limitada, que antes o después se cubre y extingue. Puede pasar con la primera obra o más tarde, pero llega un momento en que su frescura se completa y termina. En que el depósito se acaba. En que el filón se agota. Después el artista puede repetirse en sus obras, autoimitarse, autocopiarse, volver a decir lo mismo bajo otra aparente envoltura o con otra falsa variante...; pero la originalidad de su voz ya se apagó. No, decididamente no se puede ser gran artista toda la vida.

    (RAFAEL BALDAYA)

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