viernes, 2 de noviembre de 2012

NO ES PALABRA (Saiz de Marco)

Esta mañana he vuelto al tiempo, clase de francés, trece años, en que Marie dice “vamos a leer Le Petit Prince”. Es un libro raro, con emociones conocidas que creía inexpresables. Cada día un par de páginas, pero ahora es imposible dejarlo. Necesito leerlo entero, llegar hasta el final.

Busco con fruición las palabras que no sé. Sin embargo, en el diccionario no viene baobab. Pregunto a Marie y contesta “no es palabra francesa, es un árbol africano”.

Fue a causa de los baobabs que el Principito vino a la Tierra. Necesitaba un cordero que comiera los brotes de baobabs, antes de que éstos crecieran e hicieran reventar su asteroide.

Esta mañana hemos hecho la comprobación. Esos pequeños monos se avisan entre sí cuando ven un depredador: si quien ataca es un águila emiten un sonido para que sus congéneres se oculten en los arbustos; si quien viene es un felino vocalizan otro grito distinto para decirles que trepen a un árbol. Algunos zoólogos las llamamos protopalabras. Y esta mañana, desde nuestro puesto de observación, lo he oído. Al ver acercarse una leona, el mono ha movido sus labios y ha dicho claramente baobab.

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