Una lámpara que se ilumina cuando sin saber dañamos a alguien. Que alerta de nuestro poder ignorado. (Es tan difícil no herir a quien nos ama...)
Un interruptor que permite dejar de odiar. No sólo sirve para desistir de la venganza sino que la máquina abduce, disipa el rencor.
Un botón para cesar de envidiar. Sirve para no desear a otros nuestro infortunio ni nuestras carencias; para alegrarnos de que otros tengan lo que nos falta, de que otros no sufran lo que nosotros sufrimos.
Un pulsador que se aprieta y olvidamos acciones, propias o ajenas. Al pulsar se selecciona “olvidar este trozo de vida” o esa traición o ese error, y éstos se borran de la memoria.
Una palanca que al moverla nos cambia los gustos, para que nada sórdido ni abyecto nos atraiga.
Cibernética de última generación. Alarmas que se activan a tiempo, botones que automatizan el perdón y el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario